C


Cuando llegó tiramos la moneda. Debía decidirse por la suerte, no había otra forma que ambos quedáramos satisfechos. Dejamos nuestra mirada fija en esa moneda que giraba en el aire, esperando la promesa de una respuesta. Finalmente la recogí en el aire e hice la pregunta:
¿Cara o cruz?
Cara —respondió ella con su característico susurro.
No puede evitar los nervios y saque la mano que cubría la moneda lentamente. Allí estaba la cara adusta e imperial de aquel procer olvidado.
Ganaste —dije sin animo —supongo que deberé pagar.
Saque del bolsillo de la chaqueta su petaca, aquella que me dio para los días fríos de invierno. La abrí y en la tapa serví un poco del whisky que contenía. De un sorbo lo bebí.
Bueno, es todo por hoy —dijo entre risas —si sigues así te acabaras todo el whisky.
Mientras sentía el calor del licor bajando no pude evitar sonreír. Ella saco una cajetilla y me ofreció un cigarro. Allí nos quedamos fumando un rato al borde del lago, hasta que al acabarse el humo nos despedimos en silencio. Ya habra otro momento en que pueda ganar y quizás saber su nombre.


Imagen de Matias Garrido Hollstein

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