Zu Ende


—¿Y qué le pasa a él?
—Tuvo la suerte de enamorarse de una flor rara. Ya no puede parar de buscarla después que cesa la lluvia, pues esta la hace crecer. Cuenta sus pétalos en primavera y en otoño le cuenta las historias que le trae el viento.
—¿Pero por qué no se ha abandonado? La leyes dictan que eso esta prohibido.
—No, pues esa flor ahora es su insignia. No la lleva bordada en el hombro sino grabada en su corazón. No hay hierro que pueda extirparla ahora, ni cárcel que pueda encerrarla, pues al igual que esa flor, crece con su sangre después de los días de lluvia.

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Al final de todo este carnaval nunca obtuvimos todo lo que quisimos, pero nadie puede negar que lo pasamos muy bien intentándolo (parafraseo a la Dietrich).

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