...und dies ist mein Land

Me gusta vivir en un país vivo, donde el sistema no ha matado la historia. Quizás estemos equivocados, quizás estemos en lo correcto, quizás avancemos, quizás retrocedamos, pero allí estamos moviéndonos como país. Históricamente Chile ha sido un país que ha probado muchas cosas, de alguna forma fuimos el laboratorio de teóricos políticos y sociales, fuimos carne de cañón de caudillos, libertadores y conquistadores. De tanto cambiar, nos hemos vuelto adictos al cambio, a tal punto que cuando nos cambian de sopetón el sistema de transporte en la capital, cuando nos llenan de peajes las carreteras al sur (con supuestas “vías alternativas” que no son más que huellas de animales), cuando cambian la constitución, la parchan, el congreso crea leyes a la medida, la gente NO HACE NADA. Reclama para sus adentros, para sus vecinos, se resigna y sigue. Lo de hoy con los estudiantes no es una reacción ante el cambio o una innovación del gobierno, es una olla que estaba ebullendo hace rato tapada y que ya cuando eran escolares dieron los primeros coletazos y hoy estalla con todo. Porque queremos cambios, nos gusta probar cosas nuevas, ser un país dinámico, aunque después lloremos cuando tenemos crisis económicas, dictadores eternos, sistemas ineficientes y volvamos a los oligarcas de siempre. No somos un país diseñado para ser decadente, somos un país armado en base a indios nomades, conquistadores españoles e inmigrantes patiperros que llegaron con lo puesto, no pueden pedirnos que nos quedemos tranquilos. Pueden pedirnos que peleemos guerras para salvar a la patria armados de un cuchillo y un poncho, pueden pedirnos construir lineas férreas a través de la orgullosa cordillera, pueden pedirnos navegar por el mundo, escribir poemas de amor, pero no nos pidan que seamos felices para siempre, que no podemos. Como descendiente de inmigrantes, como nacido en esta tierra, tengo esa sangre orgullosa y arrebatada que me hace ser un romántico y alegón. ¡Salud por eso!

PD I: Puerto Varas es el lugar perfecto donde se juntan ambos lados, el chileno y el deutsche (taaan deutsche ahora).

PD II: Como historia anexa, hoy revisando documentos en el Archivo Nacional encontré varias cartas curiosas de Domingo Santa María, Alberto Blest Gana, Emilio Körner, etc... Que fascinante tener la historia así, a la mano, y que fácil que esa historia termine degradada y destruida, los folios estaban horrendos, desarmados, rotos, etc... Una vergüenza comparado con el Auswärtiges Amt en Berlin. Se nota que nos falta educación y cultura.

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