Los recuerdos con el tiempo se vuelven partes de sueños nebulosos y alegres, casi increíbles restos de un Edén; el paraíso que siempre soñamos no perder. Cuando encontramos retazos de ellos, cuando caminamos por caminos olvidados, nos recuerdan que fueron ciertos y que alguna vez podrían existir de nuevo.
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Que lenta avanza la noche, cuando uno quiere que llegue pronto el día (y que este pasee rápido).
Así que nunca más pasearemos tan tarde de noche, aunque el corazón siga enamorado, y aunque siga brillando la luna. Pues la espada gasta la vaina, y el alma gasta el pecho, y el corazón tiene que pararse a tomar aliento, y el amor mismo ha de descansar. Aunque la noche fue hecha para amar, y el día vuelve demasiado pronto, nunca más pasearemos a la luz de la luna.
Más o menos ese es un poema de Lord Byron que leí en las preciosísimas Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury.
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tan tarde de noche,
aunque el corazón siga enamorado,
y aunque siga brillando la luna.
Pues la espada gasta la vaina,
y el alma gasta el pecho,
y el corazón tiene que pararse a tomar aliento,
y el amor mismo ha de descansar.
Aunque la noche fue hecha para amar,
y el día vuelve demasiado pronto,
nunca más pasearemos
a la luz de la luna.
Más o menos ese es un poema de Lord Byron que leí en las preciosísimas Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury.
Un abrazo.